La perra llegó emocionalmente muy mal, había sufrido malos tratos y no sabemos cuantas más penurias. Los primeros días fueron tranquilos porque dormía practicamente todo el día en una habitación aparte, debido al estado en el que se encontraba. Cuando empezó a encontrarse mejor, empezamos con el "protocolo de inserción en una manada de gatos adultos".
Aconsejan encerrar al gato en un cuarto y mantenerlo aislado del perro durante el periodo de adaptación, pero no modifique el entorno de mis gatos, e intente que tuvieran los menos cambios posibles, ya tenían bastante con gestionar el estrés que les producía la sola presencia de otro animal en casa.
Quisiera aclarar que no es lo mismo introducir a un perro que a un gato, en una casa donde conviven varios gatos adultos. Cuando se introduce otro gato si es necesario separar territorios.
Cuando estábamos en casa, intentaba que la perra estuviese el máximo tiempo posible en el comedor, que es donde los gatos pasan el mayor tiempo del día.
Si no conocemos al perro y no sabemos si puede llegar a agredir a los gatos, es necesario el uso de una correa larga de 3 metros, para que pueda explorar libremente y no tensemos la correa. Si tampoco sabemos como va a actuar el gato, podemos usar un transportín en los primeros acercamientos con el perro, para ver como interactúan ambos. En mi caso use una correa larga y deje que los gatos exploraran libremente y no hubo ningún problema. He leído que recomiendan llevar el gato en brazos durante los primeros acercamientos y ordenar al perro que se siente o se tumbe y permanezca tranquilo. El gato en brazos no es buena idea. Un gato en brazos nunca se va a sentir seguro. El gato tiene que tener total libertad de movimientos. Si lo tenemos en brazos, lo más probable es que nos llevemos un buen arañazo por su parte.
Los gatos necesitan tener una vía de escape. La mejor opción sin duda, es la existencia de lugares altos o miradores, donde puedan subirse, estar a salvo y desde allí puedan observar y evaluar la situación y regular sus niveles de estrés.
Así que con todos estos elementos trabajamos la socialización de perro-gato adultos.
Durante los primeros meses, no hay que dejarles juntos cuando no estemos en casa, aunque ya se conozcan y no se lleven mal.
Premiaremos con comida aquellas interacciones positivas que se produzcan, sin olvidarnos de premiar con caricias y afecto para ir consolidando la relación afectiva con nuestro can, relación que será muy importante en el proceso de adiestramiento.
Nuestros gatos pueden estar más nerviosos de lo normal, más irritables e incluso agresivos. Podrían llegar a redirigir la agresión hacia nosotros. El castigo es siempre contraproducente ya que empeoraría el estado emocional del animal. Hay que tener paciencia y no forzar la interacción con el gato cuando éste no la desea.
Lo más importante es tener en cuenta este estado emocional de ambos animales y respetarlo en todo momento.
Conociendo el carácter de tus gatos, sabrás a quien de ellos se podrá acercar primero, cual es el más temeroso y por tanto del que tienes que estar más pendiente. No hay que sobreproteger a ninguno de los animales, solo estar más pendiente de aquel que se pueda asustar más, facilitándole más vías de escape, si fuera necesario.
Con mucha paciencia y tranquilidad por nuestra parte, conseguiremos que se lleguen a llevar así de bien con el tiempo. (ver vídeo)
Los animales son esponjas emocionales y absorben nuestros estados de ánimo. Si durante las presentaciones estamos al borde de un ataque de ansiedad, lo más seguro es que todo salga mal. Así que antes de efectuar cualquier tipo de socialización, tomate un par de tilas o vete a una clase de yoga ;)
Gracias por estos comentarios, y para muestra, éstas fotos tan bonitas que nos presentas...
ResponderEliminarSaludos!
Marta